La acera, también conocida como banqueta o vereda en algunas regiones, es una parte fundamental de las calles urbanas y suburbanas. Se trata de un camino pavimentado, generalmente hecho de concreto o adoquines, que se encuentra a lo largo de los bordes de las calles, proporcionando un espacio seguro y específico para los peatones. La acera se distingue de la carretera por estar a un nivel más elevado, lo cual ayuda a proteger a los peatones del tráfico vehicular.
En su diseño, las aceras varían en anchura dependiendo de la planificación urbana y las necesidades de la comunidad. Pueden ser amplias en áreas comerciales o turísticas para acomodar un gran número de peatones, o más estrechas en zonas residenciales. Algunas aceras incluyen franjas verdes con árboles o arbustos, mejorando así el entorno urbano y ofreciendo sombra. Además, estas áreas verdes pueden actuar como barreras naturales entre los peatones y los vehículos.
Las aceras suelen estar flanqueadas por bordillos, los cuales sirven como una barrera física entre la calle y la acera, y también ayudan en el drenaje de agua. En las intersecciones, las aceras suelen tener rampas o rebajes para facilitar el acceso a personas con movilidad reducida, como aquellos en sillas de ruedas o con carritos de bebé.
En términos de mantenimiento, las aceras requieren inspecciones regulares y reparaciones para garantizar su seguridad y accesibilidad. Esto incluye la reparación de grietas, la nivelación de superficies desiguales y la limpieza de obstáculos como nieve o escombros.
Las aceras no solo son importantes para la movilidad peatonal, sino que también contribuyen a la vida comunitaria. Pueden ser el escenario de actividades sociales, como mercadillos, desfiles o simplemente lugares donde los vecinos se encuentran y socializan. Además, en el contexto del urbanismo moderno, las aceras juegan un rol crucial en la promoción de estilos de vida más saludables y sostenibles, alentando a las personas a caminar más y a usar menos el transporte vehicular.