Una vía convencional, en el contexto del tránsito y la infraestructura vial, se refiere a un tipo de carretera que sigue un diseño estándar y tradicional de dos carriles, uno en cada dirección, separados por una línea central continua o discontinua. Estas carreteras suelen tener un ancho más estrecho en comparación con las autopistas y autovías, lo que limita su capacidad de tráfico y velocidad. Las vías convencionales son comunes en áreas rurales y suburbanas, donde el volumen de tráfico es menor y no justifica la construcción de carreteras de mayor capacidad. Aunque suelen tener limitaciones en términos de velocidad y capacidad, las vías convencionales son esenciales para proporcionar acceso a zonas remotas y facilitar la conectividad en regiones menos densamente pobladas.
En estas carreteras, los conductores deben prestar especial atención a las señales de tráfico y a las condiciones de la carretera, ya que la interacción entre vehículos que circulan en sentido opuesto puede ser más compleja debido a la ausencia de un carril de adelantamiento separado. Es importante respetar las normas de tráfico y seguir las indicaciones de las señales para garantizar la seguridad de todos los usuarios de la vía convencional. Además, estas carreteras suelen requerir un mayor grado de paciencia por parte de los conductores, ya que pueden experimentar congestiones durante las horas pico o en situaciones de tráfico intenso debido a la falta de carriles adicionales para adelantar.