Las «tachas» en el contexto del tránsito se refieren a marcas o señales en la carretera que tienen la función de advertir o alertar a los conductores sobre ciertas condiciones o peligros en la vía. Estas marcas suelen ser de color blanco y reflectantes para que sean visibles tanto de día como de noche. Las tachas pueden variar en forma y tamaño, pero suelen ser pequeñas protuberancias o elementos elevados en la superficie de la carretera. Algunos ejemplos comunes de tachas incluyen las utilizadas para marcar carriles, señalar cambios en la dirección de la carretera, o advertir sobre curvas peligrosas o cruces peatonales. En resumen, las tachas desempeñan un papel crucial en la seguridad vial al proporcionar a los conductores información visual y táctil que les ayuda a navegar de manera segura por las carreteras y autopistas.
Estas pequeñas pero importantes señales contribuyen a mejorar la visibilidad y la conciencia de los conductores, reduciendo así el riesgo de accidentes de tránsito. Además, las tachas son especialmente útiles en condiciones de baja visibilidad, como la lluvia o la niebla, ya que su reflectividad permite a los conductores identificar con mayor facilidad la ubicación de la carretera y seguir las indicaciones. En definitiva, las tachas son un componente esencial de la infraestructura vial que ayuda a garantizar la seguridad y la fluidez del tráfico, facilitando la orientación de los conductores y reduciendo la probabilidad de incidentes en nuestras carreteras.